LA FINCA
(San Bernardo)
Era un lugar paradisiaco, tres pequeños muelles para que arrimaran los botes, todos profundos, el sota caballo se llamaba uno de ellos; árboles frutales de todo tipo, cocoteros, cacaotales, manzanas rosas, guayabos, naranjeros, limoneros, limas, canelos; flores por todos lados, ilan ilan, por supuesto; una casa hacienda con sus cuatro corredores, con postes duros que si les dabas con machete filoso, este saltaba, casa de madera con techo de paja, piso embaldosado, corredores de tierra, vestigios de rieles para un carromato para secar el cacao,; corral para las reses y chiqueros para los cerdos, gallinero para las aves de corral, perros chapiollos buenos acompañantes para cazar venado, fogón, horno, tinajas para beber agua fresca de lluvia recogida del techo en vasos de aluminio, bancas y hamacas para descansar.
Todo esto y más era La finca de mis abuelos maternos, ganado, pastizales, dos lagunetas con cuajipales, un caño, El Silico, abajo y otro más arriba. A una hora en bote de canalete de la boca del río Cama hacia arriba, al lado derecho de la vega del río. Una propiedad de doscientas hectáreas (quinientos acres o doscientas ochenta y cinco manzanas). Allí pasábamos las vacaciones escolares cuando éramos niños, tres meses, de febrero a mayo.
Me acuerdo de una vez que Papa Chale andaba en los potreros y de repente un toro lo quiso cornear y se subió a un palo de guayaba. Toda la familia estaba en los corredores y mi abuela y mis tías alarmadas. Gracias a Dios que no le paso nada, los peones llegaron a rescatarlo, el ya tenia mas de sesenta años.
En otra ocasión Mamugenia nos castigo a mi hermano Jaime y a mi, no se que habíamos hecho, le dijo a Rafael, el peón: ___Te vas al Silico y en el sitio donde te dije medís dos tareas, una para vos y otra para ellos dos, lleven sus machetes bien afilados, allí voy a sembrar un arrozal___
Al llegar al sitio, cada cual hizo lo propio. Daba un machetazo y salía un sapo de enormes dimensiones, otro machetazo y una culebra. Que terrible experiencia! Creo que no volvimos hacer lo que habíamos hecho y por lo cual nos había castigado.
Con Jaime, tomábamos un botecito de canalete y salíamos a pescar, con anzuelo y revisábamos las nasas que Papa Chale elaboraba con sus propias manos, (el tenia manos de artesano, hacia sus propias pipas con materiales propios de la región), pescábamos mojarras en cantidad. Una vez nos metimos al Silico y cuando ya íbamos a arrimar, sentimos algo debajo del botecito que lo rozaba, era un lagartito de regular tamaño, le sonamos los machetes en el agua, también con los canaletes y nos bajamos en carrera asustados. Yo tendría doce años y el ocho, a lo sumo nueve.
La finca se llamaba San Bernardo en honor a nuestro bisabuelo materno, Bernhard Vogel.
El Carmen.
Managua, 25 de febrero de 2011
Riéndonos de la marcha Triunfal, perdón Virtual.
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